Localizado a sólo media hora de “La Blanca
Mérida¹” en Yucatán. Un lugar con altas temperaturas, bellas personas
y hermosos paisajes.
Jamás voy a olvidar ese día veraniego en la
playa de Puerto Progreso después de haber comido con mi familia unos mariscos
frente al mar, y como postre, las famosas y deliciosas “marquesitas”, que
desde hace 102 años nos han endulzado el paladar y llenado el estómago con
amor.
Comenzó a lloviznar, por ahí de las 5 de la
tarde, lo que me permitió disfrutar de un panorama hermoso: un arcoíris de
180°, con colores perfectamente definidos y el cielo gris oscuro de fondo.
Creí que ahí se acabaría mi día y tendría que huir debido a la lluvia, pero
algo impresionante me detuvo e hizo que corriera sin parar al otro lado
con mi cámara, importándome un comino que se pudiera mojar con las gotas que
caían.
Tenía el arcoíris de lado
derecho, y de lado izquierdo el mejor atardecer que he tenido el
placer de admirar: colores naranjas por doquier, el cielo enorme haciéndome
sentir como una pequeña hormiga en un mundo dominado por la naturaleza, las
nubes como techo que me protegía de cualquier cosa que pudiera pasar y el sol
besando al mar, haciéndole saber que al día siguiente tendrán el
mismo encuentro amoroso con la pasión radiante de aquél lugar.
¡No lo podía creer! No tenía palabras para
describir lo que estaba viendo y no me sentía capaz de parpadear porque quería
guardar cada segundo de la pintura natural que la tierra me
estaba ofreciendo en ese momento.
Fotografía tomada el 15 de agosto de
2015, un día después de mi cumpleaños número 22.
¹Los templos mayas hacían recordar a los
españoles los edificios de cal levantados en la otra Mérida (de España).
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